¿Lo que sucede en 1984 puede volverse realidad?
Alerta de spoiler
¿Quién no ha leído, visto o escuchado sobre 1984, la obra cumbre que marcó el siglo XX? A pesar de que se escribió hace 71 años y de que su objetivo era denunciar la gravedad de la intromisión de los gobiernos totalitarios en la vida del individuo, hasta afectar lo que él consideraba de sí mismo, hoy en día aún se sigue hablando de ella. ¿Por qué?
Los países socialistas están permeados por algunas de las características del totalitarismo, pero sabemos que en 1989 los berlineses derrumbaron el muro que dividía la capital alemana entre quienes se regían por el capitalismo occidental y quienes estaban bajo la influencia de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas); y que a partir de allí se dio fin a la Guerra Fría (teóricamente) y el capitalismo venció al socialismo.
Ahora bien, lo interesante de la cuestión es que 1984 no ha ganado popularidad en el último siglo por denunciar una historia pasada o el gobierno de países distantes, sino una realidad que cada vez vemos más cerca, según los amantes de las teorías conspirativas.
Por tanto, centrándome en los hechos, en el presente artículo trataré de explicar si es posible o no que lo que sucede en el libro 1984 se vuelva real. Pero antes de iniciar, cuéntame si crees que pueda aparecer un Gran Hermano que controle hasta la cantidad de veces que pensamos.
El contexto: totalitarismo, socialismo y comunismo
El totalitarismo se entiende como un régimen político en el que el Estado se entromete en todo: la economía, los medios de comunicación, la educación, la cultura, etc. Solo permite la existencia de un partido y el poder se centra en una persona o un grupo.
El mejor ejemplo de totalitarismo es Alemania entre 1933 y 1945, cuando el nazismo era la ideología reina. Como tú y yo sabemos, en la época las violaciones a la libertad de expresión eran pan de cada día, así como la propaganda. Adolf Hitler, encabezando el nazismo, manipulaba los medios, la cultura, la economía, todo en favor de la guerra.
Aunque se habla más de Hitler que de otros dictadores, el periodo de guerras incubó a otros fanáticos del poder quienes crearon sus propios sistemas, tal es el caso del Facismo de Benito Mussolini en Italia (1919-1943), el Franquismo de Francisco Franco en España (1939-1975), de forma diferente el Estalinismo de Iósif Stalin en la Unión Soviética (1924-1953), entre otros.
El socialismo, por otro lado, promulga la igualdad entre clases. Para este sistema el obrero es tan valioso como el intelectual porque ambos reciben lo mismo y la propiedad privada está regulada. Para que esta igualdad sea posible se debe producir suficiente y no en exceso, como en el capitalismo; y cada uno debe trabajar sin afectar al otro con su ocupación.
El comunismo es el paso que le sigue al socialismo y en teoría, no se puede hablar de ningún país que sea enteramente comunista ni en el pasado ni en el presente. Esta es una utopía que pretende eliminar las clases sociales, así como la propiedad privada, de manera que todos tengan las mismas oportunidades, sean cual sean sus habilidades.
¿1984 es el ahora?
Teniendo este recuento histórico y político es más sencillo entender ahora si los sucesos descritos en 1984 están sucediendo en el momento de escribirse este post (2020). Te lo explico a continuación:
Si bien se suele asociar la desaparición de los gobiernos totalitaristas con la caída del muro de Berlín, todavía existen cientos de países que incluso denominándose capitalistas y democráticos, violan los derechos humanos. Y sí, estoy hablando de Colombia.
Hoy en día solo existen cinco que son socialistas: China, Corea del Norte, Cuba, Vietnam y Laos, donde pululan la falta de libertad de los ciudadanos, el control gubernamental y la pobreza. Así mismo, hasta la fecha hay 32 países que están bajo una dictadura, entre ellos claramente se incluye a Venezuela.
En dichos lugares es común que un solo hombre se apropie del poder (también el judicial), que se callen a los medios de comunicación opositores y que hayan torturas a periodistas, miembros de otros partidos, manifestantes, estudiantes, en fin, todo aquel que se oponga a la ideología.
Actualmente el 80% de los venezolanos está en la pobreza
Si tomamos, por ejemplo, a China, podremos ver presentes algunos rasgos de 1984, como la manipulación de la información, puesto que este es uno de los pocos países en el mundo que controla el acceso a Internet. De hecho, hace poco se conoció que a través de TikTok, el gobierno censuró videos que apoyan las protestas en Hong Kong y otras tendencias anticomunismo.
Otro ejemplo, el nuestro. Colombia es una república democrática, pero quien haya prestado atención a la historia sabe que aquí las elecciones se pueden manipular, que la corrupción es noticia diaria, que los medios se pueden comprar y a los líderes sociales matar sin que nadie diga nada. Y esto es solo en los años recientes, la situación en la época del narcotráfico era peor.
Pues bien, acontecimientos similares a los de China y Colombia se repiten en otros países alrededor del mundo. Entonces la pregunta es: ¿pueden estos hechos asimilarse a los de 1984?
La respuesta es no.
En el caso de Colombia; y aunque una encuesta de la ICCS de 2018 demostró que 3 de cada 4 jóvenes latinoamericanos apoyarían una dictadura, lo cierto es que nuestro país es más reticente al comunismo de lo que hacen ver las guerrillas. Por una razón, nuestro único “dictador” Gustavo Rojas Pinilla, duró en el poder los mismos cuatro años que cualquier gobernante colombiano.
Y lo mismo que a Colombia, les ocurre a los demás países. Como vimos, en los cinco que siguen siendo socialistas en el siglo XXI se mantiene la pobreza. Mientras que los que se encuentran bajo una dictadura como Bielorrusia, se aproximan a pasos pequeños hacia un cambio.
“El futuro tiene muchos nombres”, Victor Hugo
Aunque las realidades actuales de cada país indiquen que por más que existan socialismos y dictaduras, estamos lejos de ser comparados con la sociedad de 1984, lo cierto es que el futuro sí puede cambiar; así que sostente de tu silla porque lo que viene te puede causar escalofríos.
Por su cualidad de retener el control de todo en un solo órgano, las dictaduras pueden ser permeadas por el totalitarismo, lo que en los próximos años podría llevar a que cualquiera de la lista de los 32 se convierta en la Oceanía de 1984, o tal vez, la suma de ellos y otros nuevos.
Mapa del mundo según 1984
El Gran Hermano
En el libro, el Gran Hermano no es una persona, sino un símbolo que se usa para infundir temor en el pueblo. A sus miembros se les hace creer que es la autoridad máxima, siempre vigila y por eso lo sabe todo de todos.
Hace unos años Edward Snowden reveló al mundo que somos vigilados por los servicios de inteligencia de Estados Unidos. Y aunque la noticia causó conmoción, es normal que compartamos nuestra información con compañías que la utilizan con fines comerciales: nuestra edad, género, intereses, relaciones amorosas, ubicación, e incluso el contenido de nuestra nevera.
Lo que es peor, la generación alfa (los hijos de los millennials nacidos desde el 2010), es más permisiva a ofrecer sus datos a cambio de contenido. Y si lo pensamos con detenimiento, este comportamiento puede llevar a que en un futuro un individuo, gobierno, compañía o multinacional de software, se convierta en el Gran Hermano y utilice lo que se conoce como Big Data para controlarnos diciéndonos lo que debemos consumir, saber y pensar.
La guerra fingida
En 1984 el mundo se divide en tres bloques: Oceanía, Eurasia y Asia Oriental, que siempre están en guerra. O eso es lo que el Gran Hermano quiere que la sociedad crea, pues de esta manera las personas se centran en ganar y justifican cualquier acción del gobierno, económica, política o social, para lograr su cometido.
Esta es una estrategia que se ha usado en el pasado por Mao Zedong, presidente de la República Popular China entre 1949 y 1976, un dictador por siempre recordado por promover el caos controlado para exacerbar el pensamiento nacionalista.
Y no solo él, si pensamos en cómo Donald Trump usa la bandera antiterrorista para conseguir más adeptos xenófobos que se unan a su causa y olviden las crisis internas del país (como la más reciente: #BlackLivesMatter), entonces podremos entender cuán poderosa es esta estrategia de crear un enemigo y una guerra, y cómo podría esto llevarnos a una situación de odios inventados.
Por otro lado, la división geopolítica de George Orwell puede ser fácilmente la que tengamos en unos años. Los países angloparlantes, Latinoamérica y el sur de África compondrían Oceanía, Eurasia sería el conjunto de toda Europa a excepción de Reino Unido e Irlanda, lo que antes era la URSS y el norte asiático; y Asia Oriental estaría formada por China, Japón y las dos Coreas.
La manipulación de los medios
La desinformación en 1984 es tan grande que Winston Smith, el protagonista, ni siquiera está seguro de que ese sea el año en el que comienza a escribir el diario. Él sabe, aunque no puede probarlo, que los precios aumentan y la producción disminuye a la vez que el Ministerio de la Verdad dice lo contrario.
Esta manipulación de los hechos es una de las armas más peligrosas del Gran Hermano, ya que nunca nadie puede saber nada. El poder de crearla se le atribuye en nuestra realidad a los medios de comunicación, también llamados el “cuarto poder”, por ser quienes ejercen vigilancia y control de las instituciones a través de la transmisión de información a la ciudadanía.
Pero si esos medios de comunicación responden al poder económico (empresas privadas) o al político (gobiernos o partidos), la vigilancia se pierde y a cambio se establece el poder de la mentira, tan capaz de movilizar a la gente como el de la verdad. Prueba de ello es la cantidad de seguidores que tiene Trump, cuya opinión se basa en lo que ven en CNN.
El fin de las parejas
En 1984 el único amor que uno puede profesar debe ir hacia el Gran Hermano, las relaciones de pareja y amistad están prohibidas, con el fin de eliminar cualquier pensamiento de individualidad.
Al respecto no me imagino un mundo futuro sin amor, pero sí uno sin partos. Al ritmo al que va la Ingeniería genética, la eugenesia llegará a ser popular rápidamente y puede que suceda como en Un mundo feliz, otro libro distópico recomendadísimo, en el que, desde que son creadas en el laboratorio, las personas ya tienen definida su posición en la sociedad.
Eugenesia: estudio y aplicación de las leyes biológicas de la herencia orientados al perfeccionamiento de la especie humana
El proletariado
Hay un grupo en el libro que no pertenece al único partido y que tiene la libertad de hacer lo que quiera. Esta masa uniforme y descerebrada no representa ningún peligro para el Gran Hermano porque no piensa, su único objetivo es el de sobrevivir.
Mi opinión sobre esta masa para nuestro futuro es que no existirá. Nuestra sociedad cada vez está yendo más hacia lo que yo llamo ‘heterogenización’, lo que significa que buscamos ser diferentes, por eso hay tanta variedad de estilos de vestir, religiones y géneros. Y si bien, estas modas pueden estar definidas por otros que quieren encasillarnos, tengo la certeza de que siempre hay un rebelde que se sale de la línea, solo porque le gusta salirse de la línea.
Las torturas
Si hay algo que no me gustó de 1984 fue el final, porque después de tantas luchas mentales, Winston finalmente cree la mentira. Para llegar a eso, no obstante, el partido tuvo que recurrir a años de torturas en las que usaron su peor miedo para cambiar su forma de pensar. Me temo que esas torturas son empleadas hoy en donde quiera que se mire y lo más triste es que pueden llegar a ser efectivas. Y no solo hablo de las torturas infringidas a enemigos políticos de un gobernante, sino a las hechas a jóvenes a los que se les cree enfermos por su orientación sexual o malvados por su adicción.
La Neolengua
La simplificación de las palabras en 1984 es otra de las estrategias del Gran Hermano para reducir la capacidad de pensar de un individuo. Puede que suene absurdo que este simple hecho pueda afectar la libertad, pero es cierto.
¿No te ha pasado que quieres definir algo, pero no encuentras la palabra para ello y no es porque la hayas olvidado, sino porque no la conoces? Como cuando éramos niños, teníamos un sentimiento que no habíamos experimentado antes y no podíamos decir lo que era, entonces usábamos otras palabras que en realidad no lo explicaban. O como cuando vemos un objeto y no conocemos su nombre, así que sencillamente lo llamamos “cosa” o “algo”.
Ahora imaginen que las palabras ‘violación’, ‘independencia’ o ‘tararear’ no existieran, ¿cómo hablar de ellas? ¡Imposible! Habría que usar otras palabras que lo complicarían todo.
A mi modo de ver, nuestra implementación del lenguaje nos está llevando a esto. Tenemos la tendencia de acortar las palabras, como decir ‘pa´’ en vez de ‘para’, usar anglicismos, como decir ‘bullying’ a cambio de ‘matoneo’ y emplear eufemismos, que son palabras suaves que remplazan a otras y que le dan un significado diferente, por ejemplo ‘muerte digna’ es el eufemismo de ‘eutanasia’.
Esta evolución en el lenguaje afecta el cómo pensamos, pero aún es muy pronto para decir hacia donde nos llevarán las palabras. Y así como ocurre con el lenguaje ocurre con los movimientos sociales.
Sé muy bien que el reloj del Apocalipsis se encuentra a 100 segundos de la hora final, una señal de que nos estamos acercando a lo que George Orwell imaginó, pero si algo hemos aprendido con la pandemia es que todo puede suceder, bueno o malo. Así que lo que está pasando ahora podría no ser causa de una sociedad como la de 1984. Hasta que nazca otro genio como Einstein que invente la máquina del tiempo, no lo sabremos con seguridad.