El túnel
En mis sinceras palabras, El túnel es una lúcida novela que explica el proceso mental de un hombre que mató a su amante; y cualquiera que la haya leído y no la haya disfrutado por honesta o por demente, no es humano.
“Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona (…) Hasta cierto punto, los criminales son gente más limpia, más inofensiva; esta afirmación no la hago porque yo mismo haya matado a un ser humano: es una honesta y profunda convicción. ¿Un individuo es pernicioso? Pues se lo liquida y se acabó. Eso es lo que yo llamo una buena acción. Piensen cuánto peor es para la sociedad que ese individuo siga destilando su veneno y que en vez de eliminarlo se quiera contrarrestar su acción recurriendo a anónimos, maledicencia y otras bajezas semejantes. En lo que a mí se refiere, debo confesar que ahora lamento no haber aprovechado mejor el tiempo de mi libertad, liquidando a seis o siete tipos que conozco”.
Lo que atrae de esta obra del argentino Ernesto Sabato no es que justifique las acciones de un asesino o que haya sido prohibida en España durante la dictadura de Franco, sino que pone de manifiesto una parte de la naturaleza humana que no nos enorgullece pero que a todos nos acompaña en ciertos momentos de nuestra vida, cuando sufrimos alguna decepción o pasamos por un momento de sin sentido; aquella que a veces nos hace aborrecer cualquier cosa, por mínima que sea.
El túnel no es una novela moralista, ¡todo lo contrario!, el protagonista es ejemplo de lo que no se debe hacer. A continuación te explico por qué:
La trama
El libro trata de un pintor que conoce a una mujer en la exhibición de una de sus obras y se obsesiona con ella por ser la única que repara en una minuciosidad de la pintura, el punto clave donde hay verdadero sentimiento y que no es como el resto de la imagen que se adapta a los parámetros de los museos. Tiempo después la pareja inicia una relación pasional y problemática. Él descubre que ella está casada y que probablemente tiene cientos de amantes, entonces la mata.
Lo digo tan crudamente como el protagonista lo justifica.
Él, Juan Pablo Castel, es el tipo de persona que odia a la humanidad por fea, todo le aburre o piensa que es estúpido, no le gustan las multitudes, un gesto puede hacerlo enojar y una traición, matar. Sin embargo, cuando está enamorado la vida se le hace dichosísima.
En un primer momento asegura: “Siempre he mirado con antipatía y hasta con asco a la gente, sobre todo a la gente amontonada” Y más tarde escribe: “¡Qué ternura sentía en mi alma, qué hermosos me parecían el mundo, la tarde de verano, los chicos que jugaban en la vereda!”
Estas afirmaciones pueden parecer contraproducentes -a mí me causan mucha gracia-, porque ¿no es acaso eso lo que quiere demostrarnos Sabato con esta novela? ¿Que no somos ni blanco ni negro sino un movimiento constante? ¿Tú qué piensas?
El nombre
Justo al principio del libro, en la dedicatoria, se lee: “...en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío”. Dicha frase hace referencia a cómo se veía Juan Pablo Castel a sí mismo: como un hombre atrapado en una soledad sin salida. Y no solo eso, sino como un ser diferente a los demás que, si bien disfruta de esa soledad, a veces lo oscurece.
En el momento en que conoce a María Iribarne, el túnel se hace más profundo, pues ella se presenta como una mujer distante que él no puede alcanzar. Y cada vez que intenta tener un poco más de ella, se introduce más en el túnel, entonces descubre que no le gusta quién es, la odia y la mata. Así es como se encierra de manera definitiva en esa oscuridad, esa soledad.
La influencia surrealista
Ernesto Sabato es físico de profesión, sin embargo, en sus primeros años como investigador y mientras estudiaba las radiaciones atómicas en París a finales de los años 30, se reunía con un grupo de pintores surrealistas en los pubs de la ciudad. El estilo se le pegó y muestra de ello, además de sus pinturas, es esta novela.
En primer lugar, la novela es narrada en primera persona a modo de reflexión. Pocos son los hechos que se describen en comparación con los razonamientos internos del protagonista. Y en segundo lugar, él es el típico artista bohemio, romántico y atribulado.
Los amantes de René Magritte, pintor surrealista
Este segundo aspecto revela la presencia en esta obra de otra tendencia muy común en la época de la posguerra: el existencialismo, evidente también en el trabajo de Albert Camus, quien consiguió que El túnel fuera traducido al francés al tiempo que aumentó su popularidad.
El contexto
Para dar claridad al tema, el existencialismo es una corriente que pretende explicar la existencia humana poniéndola por encima de ‘la esencia’, es decir, al pensamiento racional. Se inclina por lo subjetivo y se une al pensamiento de Bergson al decir que “la intuición es un medio de conocimiento de la verdad superior a la razón”.
A su vez, el existencialismo ateo, cuyos principales expositores son Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre y nuevamente Albert Camus, niega claramente la existencia de una deidad, por ende, promueve el pensamiento del absurdo, mejor explicado por Juan Pablo Castel en esta oración:
“En un campo de concentración alguien pidió de comer y lo obligaron a comerse una rata viva. A veces creo que nada tiene sentido. En un planeta minúsculo que corre hacia la nada desde millones de años, nacemos en medio de dolores, crecemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil”.
En este punto de la novela el autor aboga por la individualidad. Y si bien, en su juventud Ernesto Sabato participó activamente en el Partido Comunista, donde el ser social es el todo, en 1948, tres años después del fin de la segunda guerra y cuando publicó El túnel, sus ideas comunistas ya habían sido remplazadas por las existencialistas que estaban en auge, seguramente como consecuencia de los gobiernos peronista y stalinista, de los cuales Sabato era un fuerte detractor
Raúl Alfonsín, presidente argentino (1983-1989) y Ernesto Sabato
La influencia del contexto social y político de la época marcó esta obra, o para ser más precisa, la creó. El túnel no habría llegado a existir de no ser por las experiencias que vivió Sabato. Y así como sucede con cualquier pieza de arte, el autor y sus vivencias le dieron un sentido que ningún otro podría lograr.
Vale la pena leer esta joya de la literatura argentina y dotarla de una nueva interpretación a partir del contexto actual. ¿Te animas a empezar?